Quisiera brincar desde el lecho partido
al suave abrazo de la hierba;
amortajada en una noche de quebranto,
vencida otra vez he sido, una a una
y a la rastra.
Recuerdo cual espejo cristalino
días varios de cartas y pergaminos leídos;
oyeron atentos mis oídos
historias ancianas de lúcidas caras,
opuestas al libro enmohecido
guardián de mi memoria ingrata.
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miércoles, mayo 09, 2007
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