jueves, julio 27, 2006

Eclipse

Dos caminos que se cruzan
en el punto medio del destino incierto
como el Sol y la Luna,
que en una maratón sin pausa
jamás se han sonreído en una mirada;
así es como siempre te busqué
así es como mis ojos
siempre quisieron sonreírte.

Pero el Universo,
al observar el eterno desencuentro,
un día se detuvo
y me regaló el instante para alcanzarte.

Entre Plutón y Mercurio te encontré
estabas cosechando versos,
esas palabras que sembraste en tu corazón
por si las necesitabas algún día.

Cosechabas versos y yo flores
en aquella estepa azul,
donde no se distinguía el cielo del prado
éramos nosotros y el sol.

Me ofreciste tu mano cual si fuera el mundo
y me aferré a tus dedos largos y torpes
como un niño a su madre
porque eres para mí el mundo entero,
todo lo que aún no descubro
y más.

Sacaste entonces de tu ramo de poemas
un verso para regalarme,
y con delicadeza la pusiste en mi pelo enmarañado
en un compromiso sin palabras.

El rubor de mis mejillas
agradeció tu ternura
y aceptó la ofrenda
y sin más, en mi pecho
juré amarte para siempre.

Madre luna, padre sol
ya no hay más días sin astros
ni noches sin resplandor
desde que el Universo se detuvo
caminamos juntos, tú y yo.

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