sábado, octubre 22, 2005

La Espera Infinita

En la hora infatigable de la tarde
el reloj avanza raudo hacia el crepúsculo,
con su tic tac, tic tac
torturador y desquiciante.

Lento avanza el tiempo para el que espera,
el que todo lo soporta,
ése que ama infinita y generosamente.

Rompiendo el silencio con su toque constante
única compañía de aquel,
que hipnotizado lo observa,
continúa el tic tac, tic tac
y no llegas,
no llegas
nunca volverás.

Tu rostro se dibuja difuso en la ventana,
sólo en sueños de ése que te ama
y no se cansa de creer.

Giran, giran las manillas
marcando los segundos, los minutos y las horas
diez minutos, treinta y cinco, una hora, tres, un día... y más
que va...
da lo mismo a estas alturas,
el que sigue esperando,
sedado en ese tic tac odioso,
perdió la noción del tiempo y de tu ausencia
hace ya siglos,
cuando su corazón se detuvo
en aquel instante en que lo amaste.

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