Mi esencia conoce secretamente la tuya
mi cabeza distraída a tantas cosas
se concentra en cada uno de tus movimientos
hechos con sigilo.
Una invisible conexión
me une a tu alma,
de poeta y trovador,
maravillosamente y en silencio.
Existes
en la simpleza de las cosas
en la verdadera belleza
de esta existencia.
Y me miras desde la elevada copa
de aquel árbol sabio,
tu maestro sin título
el que te preparó para la vida
y puso a salvo tu inocencia,
el mismo que ahora me cubre.
Mientras,
mi mente divaga pacíficamente
entre las meditaciones de siempre
y las que ahora me propones.
Pienso, pienso...
reflexiono sobre tus reflexiones,
de la melancolía a la paz
de la paz a una alegría quieta y profunda.
Me inundas el alma con la frescura de las rosas blancas,
me dices que mis ilusiones y mis sueños
no son tan inútiles ni tan tontos
y me desafías a seguirlos...
Atreviéndome,
los sigo y te sigo
y no necesito ya más,
porque en la búsqueda de ese ideal imposible,
a paso lento y contemplativo,
me has enseñado a ser feliz.
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
domingo, octubre 16, 2005
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