viernes, diciembre 08, 2006

La Tristeza en los Charcos

Inventando formas de escurrir la condescendencia
en timoratas frases, la cabeza gacha
un andar tambaleante, moviéndose con cadencia
dando saltos, esquivando la mala racha.

Burlar al destino, la magnificencia del propósito
engañar a su corazón maltrecho ensimismado en la llaga,
que por la espalda le propinó con malicia el séquito
de ladrones, borrachos y fantasmas. ¡Que paga!

Tantísimas veces zurcidos, aquellos zapatos gastados
que han recorrido kilómetros infinitos,
con los cordones sueltos quedaron allí abandonados
después de haber sido el único horizonte de esos ojos granitos.

Tanto desprecio por tus propios pensamientos,
inteligentes, agudos y locuaces,
solos en la certeza de los momentos
miran en tu lengua mordida, la tristeza de los sauces.

La calle con sus charcos y pastelones desparejos
ponen obstáculos imposibles a tu inestable pasar.
Esquivar charcos ya no es tarea fácil, ahora que están viejos
los ladrones y borrachos; los fantasmas y tu andar.

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